Contadores de estrellas

lunes, 31 de marzo de 2014

Todas las cosas que nos decimos ese viernes 21.

Los besos surgen solos. No sabes explicar el cómo y el por qué. Sólo sabes que sin darte cuenta estás besando al tío más cojonudo del mundo. Estás en el momento que llevas soñando meses, el momento que te imaginabas todos los días antes de dormir.
Y no pienso en nada más, simplemente me dejo llevar. Puedo cerrar los ojos y flotar. Mi cuerpo decide por mi. Mis labios deciden por mi.
Pero el quiere que sea especial, no quiere sólo besos. Me mira a los ojos. Dos,tres, cuatro minutos. En silencio de palabras y conversación de miradas.
Yo me siento encima suya, se calienta las manos en mi,porque hace frío ese viernes. Pero el y yo no tenemos precisamente frío. Hablamos de ti, de mi. Pero no hablamos de nosotros, no es el momento de hablar cosas complejas. Hablamos de cómo está tu familia tal vez, o de tu sabor preferido quizá. Hablamos de tu peli favorita y de todas las que tenemos que ver juntos. Y yo me imagino la escena de tu y yo en el sofá y sólo puedo ser feliz.
Me besas los lunares, el cuello. Nos decimos cosas al oído, como si fueran secretos. Y me dices también que te quedarías toda la noche así, conmigo. Me cuentas las ganas que tienes de amar nuevamente, de aprender a querer. Me pides que te enamore, y créeme que yo no sueño con otra cosa.
Apoyas tu cabeza en mis piernas y te tumbas. Y yo te doy besos en los ojos, en tus dos lunares justo arriba del labio. Te doy esos besitos chicos que dices que te gustan. También te digo que me mires y que mantengas la mirada. Inmortalizo el momento y me lo guardo para siempre. Te toca el pecho, la espalda. Te hago las cosquillas que tan ''malo'' te ponen. Deslizo mis manos por tu espalda. Y mientras te miro pienso que eres el tío más perfecto que conozco. Nada te sobra ni te falta. Todo esta en su más preciso lugar.
Tú sabes hacer feliz a las chicas como yo. Pero no soy fácil. Y a ti te gusta que no lo sea.

 Pero despedirse era inevitable. Tu y yo nos dejamos marca y simplemente te vas, aunque no quieres. Fueron las cuatro horas y media más felices de mi vida.
Y yo no puedo dormir esa noche, o quizá si, pero es todo tan perfecto como en los sueños, y ya no puedo distinguir la realidad.
Sólo sé que esa noche sentí esas mariposas de las que tanto habla la gente. Pero lo mío eran mucho más que mariposas. Yo pensé que iba a explotar la felicidad que tenía dentro.

Gracias por hacer de ese día lo más especial de mi vida. Fue un increíble viernes 21. Fue sólo un día que ya no se repitió más, porque dicen que lo bueno se da en pequeñas dosis.

PD: Llamadme loca, pero sé que esa noche fui la persona que mejor te conocí del mundo entero.

martes, 26 de marzo de 2013

Alma gemela.


Necesito un alma gemela. Alguien que verdaderamente me entienda, a la que poder contar todo, sin secretos. Alguien a la que pueda mostrarme tal y como soy, y en mi caso me siento mucho más arropada por amigos que por amigas. Alguien que siempre este ahí, para decirme si hago lo correcto o para apoyarme si fallo. Alguien que si le digo: estoy mal, pare su vida un ratito y se centre solo en mí, porque siento que aunque yo le cuente mis problemas a mis amigos ellos no lo sienten como yo, y no pueden consolarme. Me siento sola, no entendida por nadie.
Sólo quiero un alma gemela, sé que es mucho pedir, pero al fin y al cabo alguien tiene que estar sintiendo lo mismo que yo en alguna parte

viernes, 22 de marzo de 2013

Nunca ha tenido sentido.


Hace meses que no escribes algo bueno Ana, ni en el blog ni en tu cuaderno, ¿pero a quién le importa?- Me dije hace unos días.
Por eso decidí darme un baño, de esos rebosantes, con espuma, muy pelicular.  Me tumbé en la bañera y me quedé en silencio. Y pude percibir que estaba lloviendo a cántaros, porque se escuchaban truenos, y ese ruido (cuya palabra no me sale ahora mismo) de muchísima agua cayendo. Porque aunque la lluvia me encante, estaba demasiado hundida como para seguir escuchando lluvia. Me puse los auriculares y puse alguna de esas canciones de Maldita Nerea con las que tanto me identifico. Y empecé a cantar, porque hay veces que canto lo que no puedo escribir.