Esa persona especial.

Me pregunto si yo también pasaré la vida entera con esa persona especial. Esa que todavía no conozco, pero que sé que el destino tiene plantado en mi destino. 

Pienso que la vida es un camino, pero no uno recto, ni uno trazado en mitad de la hierba, ni siquiera una con una sola dirección. No. 

Es uno con curvas, montañas y cuestas espinadas. Por el camino hay gente. Algunos sólo están en las laderas y en los trayectos llanos, pero después cuando se presenta un bache ya han desaparecido. Otros aparecen esporádicamente, y te ayudan en lo que pueden, en la medida de sus posibilidades. Y después están los que siempre te acompañan en el camino. Y cuando digo siempre es siempre. Te ayudan cuando el camino se hace cuesta abajo, pero también cuando se hace cuesta arriba. Están para subir y bajar montañas. Te van quitando piedras del camino, y aquellas en las que a pesar de su ayuda te caes, te ayudan a levantarte. Curan tus heridas cuando te hieren. Secan tus lágrimas cuando crees que queda mucho por delante. 

Pero cuando pienses que no te quedan fuerzas y que todo es imposible, di en tu cabeza una y otra vez: Siempre hay un mañana. Tras cada noche siempre hay un nuevo amanecer. Y, ¿ quién sabe? Quizás una de esas personas que aparecen esporádicamente en tu vida, llegue para quedarse y se convierta en la especial. Con la que pasar el resto de tus días recorriendo juntos este largo camino.